Concedido el «Hermanamiento con la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén»

Con fecha de 17 de septiembre pasado, el Custodio de Tierra Santa, Rvdmo. P. fray Pierbattista Pizzaballa, O.F.M., ha firmado la Carta de Hermanamiento de la Hermandad de Santa Marta de Sevilla con la Basílica del Santo Sepulcro de la ciudad santa de Jerusalén.

Culmina así un viejo anhelo de la Hermandad, ya que según algunos testimonios, ya en décadas pasadas se había procurado esta agregación, motivada por la advocación de su Misterio titular. Y tras la petición de la Junta de Gobierno y la ratificación del Cabildo General de Cuentas y Cultos de 2012, los trámites han culminado con esta distinción, una de las más importantes que pueden recibir como Hermandad.

Es una concesión que "nos alegra y estimula para sentirnos cada vez más unido a la Iglesia, en esta ocasión a la Iglesia madre de Jerusalén, lugar de la muerte, sepultura y Resurrección de Jesús. Esta concesión de unión con el Santo Sepulcro viene a enriquecer la espiritualidad y devoción en torno al lugar sagrado del Sepulcro y Resurrección de Jesús, uno de los principales centros de peregrinación y veneración de la cristiandad de todos los tiempos", ha declarado la Hermandad

La Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén

En Jerusalén, en la basílica de la Resurrección es siempre la Pascua del Señor. La tumba vacía lo atestigua, el evangelio lo proclama: “¡El Señor ha resucitado realmente!”

Los trámites han culminado con esta distinción, una de las más importantes que pueda recibir como Hermandad.

Jerusalén tiene para los cristianos un corazón: la Basílica del Calvario y la Tumba de Cristo, memoriales de los últimos sucesos de la vida terrena del Dios que se hizo hombre para nuestra salvación, murió y al tercer día resucitó según las Escrituras. Son los Santos Lugares de Cristo por excelencia, definidos por los Padres como el centro y el ombligo de la Tierra, las fuentes de las que el hombre obtiene la salvación y la vida.

De entre todos los Santuarios de Tierra Santa, el más importante, con diferencia, por la significación derivada del Evangelio y la historia del Cristianismo desde sus orígenes es la Basílica del Santo Sepulcro ubicada en Jerusalén.

El corazón de toda Jerusalén para un cristiano es el Santo Sepulcro: en este lugar se manifiesta de un modo especial la presencia salvadora de Dios, su amor por todos los hombres. Es el «centro y ombligo del mundo», el lugar santo por antonomasia, porque es el lugar del misterio pascual de la pasión, muerte y resurrección de Cristo Señor, nuestro Salvador.

La primitiva comunidad de la Iglesia de Jerusalén los conmemoró en tres lugares distintos, englobados hoy dentro de la Basílica: el Calvario, lugar de la pasión; la Gruta de Adán, lugar que recuerda el descenso de Cristo al reino de los muertos; el Sepulcro Vacío, lugar de la victoria de Cristo sobre la muerte con su resurrección gloriosa y signo tangible de la esperanza cristiana.

Sólo en el Santo Sepulcro el hecho salvífico se concretiza en el tiempo y en el espacio. En cualquier lugar del mundo la Liturgia proclama: «Hoy ha resucitado Cristo»; sólo en Jerusalén podemos cantar: «En este Calvario Cristo fue crucificado» o «resucitó Cristo de este Sepulcro»

En el lugar donde Jesús había sido crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el que nadie todavía había sido depositado, propiedad de José de Arimatea. La Basílica del Santo Sepulcro se sitúa en el entorno de este “huerto”.

El Santo Sepulcro es como un imán que atrae al cristiano, hoy y siempre. Es la misma atracción que sintieron las mujeres y los discípulos del Señor en la mañana de Pascua; lo que movía a los judeocristianos a conservar y venerar el Gólgota y el Sepulcro Vacío, impulsando a los cristianos, libres ya de las persecuciones, a venir a Jerusalén para venerar la Verdadera Cruz y la Tumba del Señor, recién descubiertas; lo que impulsaba a toda la cristiandad occidental, en tiempo de las Cruzadas, a liberar el Sepulcro glorioso de Cristo y que para ellos constituye una emoción incontenible cuando entran al Santo Sepulcro, llorando, mientras cantaban el Te Deum.

Las raíces de la Fe y de la Iglesia

La venerada Tumba sigue atrayendo a los creyentes hacia «las raíces de su fe y de la Iglesia», según las palabras de Juan Pablo II.

Los Santos Lugares no son únicamente piedras, vestigios del pasado. Ante todo, son las huellas del paso de Dios por este mundo, piedras preciosísimas que han escuchado la voz y que han bebido la sangre del Salvador.

En Tierra Santa, decía Pablo VI, se expresa «en este Calvario murió el Señor» o «de este Sepulcro resucitó el Señor», cantamos en la Basílica del Santo Sepulcro.

Sus piedras nos transmiten la alegría pascual que brota de las palabras del Ángel a las mujeres: «Vosotras no temáis, pues sé que buscáis a Jesús, el Crucificado; no está aquí, ha resucitado, como había dicho. Venid, ved el lugar donde estaba» (Mt 28,5-6).

Esta es la espiritualidad que ya tenían como Hermandad en razón de su Misterio titular y que refuerzan con esta Carta de Hermanamiento, adhiriéndoles al lugar mismo donde se realizó de nuestra Salvación, como bien define un párrafo de la Introducción a sus Reglas: “Los hermanos procurarán ser testigos de la Resurrección del Señor, ya que la muerte y la sepultura de Jesús solo adquiere su pleno sentido en la firme esperanza de la Resurrección. Si Cristo no hubiera resucitado vana sería nuestra fe”.

La Custodia franciscana de Tierra Santa

La Orden Franciscana está en Tierra Santa se remonta al mismo San Francisco de Asís que viajó ciertamente a Oriente e instituyó, como expresión de su voluntad y de su ilusión misionera respecto a los Santos Lugares, la Provincia de Tierra Santa.

La presencia franciscana en Tierra Santa, que con diversas vicisitudes se ha mantenido siempre, adquirió estabilidad y carácter oficial de parte de la Iglesia en 1342, año en que el papa Clemente VI promulgó dos Bulas: la «Gratias agimus» y la «Nuper carissimae», en las que encomendó a la Orden Franciscana la «custodia de los Santos Lugares».

Los franciscanos ofician en la basílica del Santo Sepulcro desde el siglo XIV junto con otros diversos ritos cristianos, con derechos dispuestos, según su placer, por los sultanes, primero el del Cairo y después (desde 1517) por el de Constantinopla, hasta el reconocimiento del "Statu quo" (1757 y 1852), orden férreo que todavía hoy regula la convivencia de las diversas comunidades cristianas, lo que denota la importancia de este Lugar Santo.

Hasta el año 1847 en que se restauró el Patriarcado Latino de Jerusalén, los franciscanos eran los únicos pastores de las iglesias locales de rito latino.

La Custodia, o Provincia franciscana de Tierra Santa, tiene su sede oficial en el convento de San Salvador en la misma ciudad de Jerusalén, y su superior, el Padre Custodio sigue designándose con el título tradicional de «Guardián del Monte Sión», él, como Superior de los Franciscanos de Tierra Santa y Guardián del Santo Sepulcro, es quien ha rubricado este el Hermanamiento.

La Hermandad de Santa Marta y Tierra Santa

En época más reciente de la Hermandad, desde las últimas Juntas de Gobierno, los vínculos con Tierra Santa se han ido animando a través de diversos actos formativos que les han acercado aún más al significado y la espiritualidad del «país de Jesús».

De manera muy especial contribuyó a ello la peregrinación que realizó la Hermandad en 2010, donde se intensificaron los contactos con los Santos Lugares y la orden franciscana y se retomó la antigua idea de oficializar esta vinculación espiritual.

Tras el Cabildo General del mes de octubre de 2012, que ratificó la petición de la Junta de Gobierno, ahora han culminado dichos trámites con el documento de concesión enviado a la Hermandad firmado por el propio Padre Custodio de Tierra Santa, Rvdmo. P. fray Pierbattista Pizzaballa, O.F.M., que, entre otras cosas, expresa: “La unión con el Santo Lugar del Sepulcro y de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo implica un vínculo de especial hermandad con los Hermanos Franciscanos de la Custodia de Tierra Santa, que por mandato de la Santa Iglesia Católica de Roma han recibido la misión de la Custodia de los Santos Lugares”.

FUENTE: Hermandad de Santa Marta

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