El Arca de Noé en el comentario mozárabe del Beato de Gerona

La miniatura del Arca de Noé es exclusiva de la reforma emprendida en el siglo X por Magio, autor del Beato de San Miguel de la Escalada en el año 926, siendo el beato más antiguo de todos los conocidos.

Su origen textual se encuentra en el ‘De arca Noe’, escrito en el siglo IV por Gregorio de Elvira, que Beato de Liébana introdujo como interpolación del libro II en el capítulo octavo, es decir, después de los mensajes a las siete iglesias de Asia Menor, con el fin de reagrupar las ideas expuestas precedentemente. En este capítulo, se expone el Arca de Noé como figura y símbolo de la Iglesia.

Gregorio de Elvira identifica el Arca con la Iglesia, a Noé con Cristo, la paloma simboliza al Espíritu Santo y el cuervo tiene una significación negativa, tanto por su color negro como por devorar cadáveres. Insistiendo en la importancia que siempre se concede al número siete, recuerda que se salvaron la esposa de Noé y sus tres hijos con sus mujeres, lo que permite a Gregorio de Elvira establecer una relación entre ellos y las siete iglesias de Asia Menor. La división en tres pisos del arca se corresponde con los niveles de la vida virtuosa y sagrada de los cristianos, identificándose también con las mansiones celestiales. La miniatura, no se realizó para el tratado del Obispo de Elvira, ya que nunca se pensó en su ilustración sino que procede del repertorio de imágenes del Génesis (6,13-8,10) de Biblias hispánicas contemporáneas, pese a no haberse conservado ninguna ilustración comparable a las del siglo X. Los miniaturistas trasladaron la imagen sin tratar de adaptarla a las exigencias del texto antiguo hispano.

El Arca de Noé en el Beato de Gerona

En el Beato de Gerona la imagen se extiende a lo largo del verso y del recto de dos folios: ocupa un tercio del 102v. y todo el 103r. El Arca, inmensa, adopta la forma de un pentágono –significando la Iglesia, al tomar apoyo sobre una base cuadrada, asimilada a los cuatro Evangelios, rematada en una forma acodada, dominio del Espíritu –o de construcción cuadrangular, representada en sección. con cubierta a dos aguas abierta por donde se ve llegar una paloma con una rama de olivo, que entrega a Noé-Cristo, situado en el centro del nivel superior, entre sus hijos –Sem, Cam y Jafet–, a la derecha, y tres mujeres a la izquierda, error imputable quizás a un deseo de simetría por parte del pintor o de la ilustración que sirvió de modelo, en lugar de las cuatro que muestran los otros beatos que cuentan con esta imagen, que harían referencia a su esposa y a sus nueras, para formar un conjunto de siete personajes que evocarían las siete iglesias. Este grupo se halla flanqueado por dos aves, quizás golondrinas. Como se ha indicado el Arca se aparta del texto y no sigue la división tripartita, que aparece tanto en la exégesis como en el texto bíblico, presentando un cuarto piso más, con multitud de animales. Teniendo en cuenta que ni el texto del Génesis ni el de Gregorio de Elvira precisaban las distintas especies, el ilustrador pudo incluir los que él consideró oportunos, constituyendo el bestiario más importante de los manuscritos hispanos: la disposición, por regla general, es mostrar a los humanos y a los animales domésticos en los pisos superiores y a los salvajes, en los inferiores.

El segundo piso del Beato de Gerona se halla dividido en dos partes: las aves a la izquierda –un gallo y tres pájaros indeterminados– y una pareja de conejos y serpientes a la derecha.

El nivel siguiente no presenta divisiones, es un espacio corrido donde se muestran animales de género caprino y dos monos.

El piso de abajo está ocupado por felinos, un oso y cánidos.

Por último, en el nivel inferior hay un bóvido, dos équidos, una pareja de camellos y otros dos bóvidos, el más extremo simétrico del primero.

El arca flota sobre las aguas encima de cinco montes, posibles referencias a las de los montes Ararat, donde se ven doce ahogados, representados, como es habitual en los muertos, con la apariencia de hombres desnudos en posición inestable y sin fuerza, símbolo de los que han perecido fuera del Arca, como perecerán los que se hallen fuera de la Iglesia al fin de los tiempos. En el extremo izquierdo aparece un cadáver picoteado en la mano por un cuervo, símbolo del impuro excluido de la salvación, y en el extremo derecho se ve un olivo, emergiendo de la inundación. Esta escena, presente en el arte y en la literatura desde el cristianismo primitivo, está basada en una variante anterior a la Vulgata de Gn 8,7, en que el cuervo enviado por Noé no regresa, porque, según algunos exegetas, se puso a comer los cuerpos de los ahogados.

Finalmente, la representación sincrónica del Diluvio –a través de los ahogados– y de la salvación de Noé –como muestra el regreso de la paloma se fundamenta en la tradición iconográfica más antigua. En esta miniatura, destaca un método de ilustración diagramático, esquemático y didáctico, que mantiene los principios y métodos primigenios de ilustración del libro, guardando el ideograma y el pictograma como esquema básico, siguiendo el concepto que el propio Beato tenía sobre el valor de las imágenes como elementos más aptos que el discurso para aprehender, en su totalidad, lo que la elocución sólo puede señalar de forma fragmentaria y opaca.

FUENTE: Mozarabía

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